domingo, 28 de noviembre de 2010

Elecciones en Brasil: Continuidades y rupturas

El domingo 31 de octubre se realizó la segunda vuelta electoral en Brasil que dio como resultado el triunfo de la candidata "apadrinada" por Lula, Dilma Rousseff, con un poco más del 56 % de los votos válidos. La coalición que la llevó a la presidencia estaba formada por partidos identificados en la izquierda, pero también en la derecha. Durante los dos primeros mandatos de Lula, como la base aliada del PT no tenía mayoría propia tuvo que hacer concesiones y negociaciones con partidos opositores, llegando al punto más álgido con el escándalo de las mensualidades ("mensaläo") donde se comprobaron coimas para que ciertos diputados y senadores que cambiaran sus votos, generando una crisis política con renuncias de miembros del gobierno.

Para intentar llegar con más aire a las votaciones parlamentarias, en esta oportunidad Lula promovió la convergencia electoral con el Partido Movimiento Democrático Brasilero (PMDB) que tiene mayor presencia institucional en gobernadores, municipios, diputados y senadores le permitirá al PT tener mayoría parlamentaria. Sin embargo, teniendo en cuenta la característica volátil de dicho partido no le garantiza nada.

Un dato no muy resaltado por los medios de comunicación fue que entre los votos en blanco y nulos no llegaron al 7 % y que la abstención alcanzó el 21,5 % de los sufragios. A esto le agregamos una nota de color durante la primera vuelta electoral que el actor-payaso Francisco Everardo Oliveira Silva, conocido popularmente como "Tiririca" fue el candidato a diputado más votado en todo Brasil por la ciudad de Sao Paulo. Su campaña electoral se basó en dos cortos publicitarios donde decía: "¿Que qué hace un diputado federal? La verdad, no tengo ni idea, pero vote por mí y se lo cuento", o pidiendo el voto señalaba que la política "peor de lo que está, no puede ir". Del mismo modo, las candidaturas de personajes de la farándula o el deporte (otro ejemplo famoso es el ex futbolista Romario) evidencia que ciertos análisis que planteaba que en Brasil es un ejemplo de institucionalidad republicana y de seriedad son para ser tomados a risa.

Cuando desde esos mismos análisis se habla de un sistema político bipartidista consolidado también deberíamos desconfiar. La figura de Lula ya es a esta altura más importante que el propio PT y su "dedo" fue vital para imponer la candidatura de Dilma por fuera de los canales orgánicos internos del partido. Si a esto le sumamos que en Brasil existen innumerables candidatos que una vez asumidos se cambian de "camiseta", es decir, pasan a otro partido (el llamado "troca-troca") y donde desde hace años se discute si las bancas son personales o del partido y la fidelidad partidaria, nos muestra un esquema más frágil que sólido. Incluso, si uno analiza las alianzas electorales de las mayorías de los partidos, estas tienen un carácter más provincial (estadual) que nacional.

Muchas organizaciones partidarias son denominadas de "fisiológicas", es decir que prestan o alquilen su sello electoral para que candidatos "famosos" se presenten. No podemos olvidar que el primer presidente electo en forma directa, Collor de Melo (actual senador nacional) era un play boy con un partido político de fantasía e inventado e impulsado por los grandes medios de comunicación, como la Red Globo.

Es interesante analizar el recorrido del PT antes de llegar a la presidencia. Si uno analiza sus primeras experiencias electorales (con tres derrotas de la candidatura de Lula) se puede visualizar que en las primeras el discurso era más ideológico: "trabajador vote trabajador". Cuando fue derrotado por Collor de Melo fue presentado por las clases dominantes como el "cuco" que expresaba el comunismo. Incluso, en dicha elección, los grupos evangelistas mayoritariamente conservadores con fuerte peso económico militaron abiertamente en contra de Lula.
Desde sus orígenes, el PT era una organización más amplia en la cual convivían en su interior corrientes que provenían de la lucha armada y de las distintas vertientes del trotskismo. A medida, que el PT fue ganando espacios institucionales fue suavizando el discurso, expulsando del partido a los grupos más radicalizados y llegando a la presidencia con un discurso "lavado": Lula, Paz y Amor". En ese recorrido, si bien mantuvo una base aliada más estrecha hacia la "izquierda" –Partido Socialista Brasilero (PSB) y Partido Comunista de Brasil (PC do B)– también fue tejiendo acuerdos con partidos de derecha como el por ejemplo el liderado por ex gobernador paulista bajo la dictadura, Maluf. Asimismo, si bien el PT no perdió su base de apoyo en sectores católicos progresistas ligados a las comunidades eclesiales de base en la búsqueda de nuevos votantes no le hizo asco a sus antiguos enemigos evangelistas. José Alençar, quien fue el vicepresidente de Lula bajo sus dos gobiernos está ligado a la mediática Iglesia Universal Reino de Dios.

Mientras en la Argentina, los sectores más tradicionales y conservadores se "enamoran" de Lula por ser continuador de las políticas pro-mercado de Cardoso, aunque lo critican moderadamente por sus vínculos con Irán, Venezuela y Cuba; en Brasil, esos mismos sectores, justamente por su política exterior y sus políticas sociales lo acusan de "populista". Quizás, en estos ejes habría que bucear un poco más profundo en intentar de analizar –como en otras experiencias latinoamericanas– hasta que punto hubo rupturas con el ideario neoliberal vigente en los 90. Si bien la aplicación de políticas sociales intentó disminuir los niveles de pobreza en Brasil, no hay que olvidar que ese país sigue teniendo una de las brechas más grandes entre "ricos y pobres". En este marco, la victoria de la candidata del PT tuvo mucho del discurso del mal menor. Con la derecha tradicional debilitada electoralmente, pero con peso mediático como se evidenció con la temática conservadora de la segunda vuelta electoral ¿hubo cambios o rupturas?


ELABORADO POR:

NERWIN ANTONIO MORA REINOSO

C.I: 17.557.095

CRF

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